Trazas, Oficios y Territorios
Esta exposición propone un cruce de saberes entre las artes plásticas, la biología y los estudios feministas con el objetivo de dar nuevas lecturas al conjunto de pinturas rupestres de los paneles Cerro Azul y Nuevo Tolima, yacimientos arqueológicos ubicados en el departamento del Guaviare, Colombia, que podrían tener alrededor de 5.000 a 12.000 años de antigüedad. Entre geometrías, vegetación, animales y figuras antropomorfas, estas imágenes recubren algunos de los abrigos rocosos que componen la magnífica formación pétrea conocida como Serranía de La Lindosa.
En un ejercicio conjunto de observación se fue tejiendo una maraña de conceptos, similitudes visuales y debates desde los que emergieron interpretaciones especulativas sobre este territorio. De ahí empezaron a surgir vínculos fundamentales entre las condiciones materiales de la serranía, como la vegetación —particularmente, la palma de moriche— y los oficios elaborados por aquellas comunidades que habitan o habitaron el territorio del Guaviare. Posteriormente, esta serie de reflexiones fueron puestas en conversación con algunas de las piezas de arte moderno y contemporáneo del extenso acervo del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO).
De esta conversación se propuso dislocar los ejes vertical y horizontal para distribuir cuidadosamente el conjunto de las obras seleccionadas, disponiendo las pinturas, los dibujos y las obras gráficas sobre mesas y vitrinas como elementos de estudio, rompiendo así la pesada tradición pictórica y su representación. Asimismo, se elevaron las fotografías de los pictogramas y los registros de elaboración poética sobre el cuerpo, como piezas bidimensionales que evocan un reflejo del espectador en ellas.
La mirada a las pinturas de Cerro Azul y Nuevo Tolima, a la luz de una lectura cruzada, devela su vigencia y actualidad, a la vez que provoca una constelación de relaciones formales legibles en los patrones que se rescatan en las rocas o en la vegetación misma de la serranía. Las figuras geométricas de los paneles guardan un extraño parecido con las fibras entrecruzadas, producto de las labores de cestería o de tejido de las comunidades indígenas asentadas en el territorio. Los ritmos de las líneas rojizas entrelazadas, en las piedras y los tejidos, evocan las estructuras celulares de las palmas de moriche capturadas en los laboratorios de biología. Estos mismos patrones geométricos aparecen en las fotografías aéreas del territorio y evocan a las esculturas, grabados y pinturas que reposan en la colección del MAMBO.
Esta exposición no tiene la intensión de develar verdades absolutas sobre las pinturas rupestres que reposan enigmáticas entre la Orinoquía y la selva amazónica de la actual Colombia. Es más una propuesta o una provocación para que aquellas personas que la recorran puedan especular, generar preguntas y, así, empiecen a hacer parte de este tejido de imágenes, objetos y experiencias que presentamos aquí.
Rosario López
Profesora Asociada
Facultad de Artes
Universidad Nacional de Colombia